miércoles, 7 de enero de 2015

“Extraña Forma de Vida” de Enrique Vila-Matas

    Esta es la historia de un escritor que reflexiona sobre su trabajo y el vicio que lo alimenta, el espionaje. Mediante un formato ingenioso el autor nos advierte que la vida de los creadores es tan mediocre o más que la de cualquier paisano, la salva que vive las experiencias de otros. Es a la vez un recuerdo a la vecina Portugal a Fernando Pessóa y a la admiración que el propio Vila-Matas desarrolló por este país, el Título "Extraña Forma de Vida" es un Fado de Amália Rodrigues.

    El escritor tiene un hijo horrendo, así lo califica, sospechoso de autismo, al que aborrece porque no le proporciona acción, la que él vampiriza de otros. Así, de esa manera despiadada con la que habla de su hijo, hablaría de cualquiera, de no ser por las historias que le proporcionan.

    Un escritor no tiene porqué estar inventando todo el tiempo, ni creando, no todos somos capaces de describir mundos que no existen, “Harry Potter” es un ejercicio de producción que no se le exige a todos los autores. Una buena obra puede y normalmente deviene de una observación, de un espionaje del gentío que nos circunda. Por ese motivo ambas actividades están tan unidas.

    Con esta obra Vila-Matas desmitifica la genialidad del novelista. Los que escribimos no vivimos aventuras, son nuestros personajes, no tenemos amantes y somos valientes y arrojados, son nuestros personajes, no somos divertidos e ingeniosos necesariamente, esos son nuestros personajes, ni siquiera tenemos porqué ser buenas personas y el narcisismo se pesa a toneladas en este mundo. El protagonista, el autor que nos presenta Vila-Matas es un pobre hombre, lleno de defectos, nada emocionante, un burgués acomodado, insatisfecho, deseoso de correr aventuras sexuales con su cuñada “ligerita de cascos” (de esta forma tan machista la nombra), pero coartado por el equilibrio y respaldo de una mujer “segura”, de una familia estable.

    Un ejemplo de su mediocridad es la conferencia que repite y repite sobre la “Estructura Mítica del Héroe”, con la que aburre a la concurrencia, consiguiendo hacer monótona la existencia de estos personajes en su intento de teorizar sobre la novelación.

    Como extra de valentía en su vida, se dispone a cambiar "el discurso", para mantener una amante al estilo de Sherezade. La falta de escrúpulos se nos presenta en forma de adulterio en la familia, con su cuñada, aunque el esfuerzo rompedor está dispuesto a hacerlo ella, él está acomodado en su vida, no piensa correr el riesgo de cambiar. El nuevo discurso con el que intentará sorprender a Rosita, su amante, versará sobre el espionaje y la escritura, pero su patética forma de vida lo lleva a utilizar el material de otro escritor, memorizando sus ingeniosas frases, es un ser átono. Y ante la pequeña posibilidad de que su mujer aparezca por la conferencia y sospeche que su cuñada le mueve al cambio, desiste y vuelve a “la miticidad del héroe”.

    Vila-Matas compone las experiencias personales de este ser que ha llegado a ser un poco más excitante a través de divertidas anécdotas en las que el oficio de espía, que le ha hecho vivir los momentos más emocionantes de su ahora triste vida, su momento con Graham Green, con Dalí, con el abuelo que se negaba a jubilarse, etc., siempre como testigo de la vida de otros.

    Lo más que consigue ese día de catarsis es cambiar de estilo salirse de su saga hiperrealista, las historias que surgen de la observación cotidiana de la gente de su calle y pretender entrar en el mundo de la imaginación. Aunque tras la cobardía de no disertar sobre la relación entre el autor y el espía, dudo mucho que semejante personaje apoltronado cambie en nada su vida ni obra.

    Esta es una magnífica novela, una historia en la que no pasa nada al protagonista y que se defiende por los relatos que han alimentado su vida como espía, curioso voyeur vampirizador de experiencias ajenas. De esta forma se pone de manifiesto la rotunda normalidad y posible bajeza del ser humano “escritor”, reflexionando sobre los motivos para escribir, nulos en el protagonista y la actitud de los demás ante este ejemplar de homo sapiens que si destaca por algo es por su obra. 

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