jueves, 6 de noviembre de 2014

Sándor Márai: “El Último Encuentro”

    Esta es la obra de un escritor del imperio austrohúngaro, díscolo y aventurero, que vivió las vanguardias parisinas, que se instaló en Budapest tras la Gran Guerra y que cayó en el olvido durante los años del nazismo y la invasión comunista, por mor a su directa oposición a ellos. Es una obra de misterio, un misterio de amor, cuya incógnita a nadie le importa, entre otras cosas porque es obvia y porque la grandeza literaria de Márai acaba fascinando al lector que se revuelve entre sentimientos y conceptos magnos como la amistad, la comprensión, la madurez y la relativización de los eventos magnificados a lo largo de la vida. Es una novela melancólica, documento fidedigno que nos muestra cómo desperdiciar una vida, por anclarse a eventos trágicos pero puntuales, el hombre usa su inteligencia para hacerse daño, el enemigo está en casa.

   El general es el personaje omnipresente, cuya infancia y recuerdos completan una historia, los demás personajes son sólo una excusa para no considerarla un monólogo. Esta licencia narrativa es difícil de conceder y el lector transige por la necesidad de llegar a la verdad en ese encuentro entre dos que acapara de manera inverosímil un solo individuo.

    La visita de un amigo de juventud en las postrimerías de la vida de ambos, sirve como escenario para una historia llena de disertaciones formidables sobre la amistad, la traición, la aceptación, la inevitabilidad de los sentimientos, la guerra, la pasión versus la razón, las raíces, la cobardía, la verdad, la realidad y cómo las relacionamos con nuestras emociones.

    Éste fue un autor denostado, sus textos estuvieron prohibidos en su Hungría transformada en República Soviética, su pensamiento divergente de la burguesía le valió la incomprensión de su familia en su juventud y nuevamente fue ultrajado tras la invasión rusa por su posición liberal, era en realidad un espíritu crítico, alguien con quien me identifico, un ser que se obsesiona por analizar los acontecimientos, por mirarlos en la pureza de su producción, sin dejarse llevar por ideales heredados o socializantes.

   Así nos traslada en el tiempo y en su evolución mental, con un hilo de pensamiento que se enreda alrededor de nosotros produciendo la tensión de la verdad oculta, una verdad que se conoce, se adivina y no importa.

    De esta forma llegamos a saber que Conrad no lo mató, gracias a ese sentido profundo de la amistad, no pudo asesinar a su amigo a pesar de que su amor por Kristina era inevitable y decidió irse al Trópico, lejos de la culpa, lejos de la tentación, abandonarlo todo. Llegados a este momento podríamos decir que la historia está finiquitada, pero hay tantos temas subyacentes, tantos hechos dolorosos, guerras, muertes, melancolías que realmente lo que me sorprende es el final, en esta recopilación de hechos y escenas vividas, el protagonista pudo agotarse, pero sutilmente comprendemos que no se acabó, aunque, sí quedó marcado.   

    Márai es un gran narrador, es rico, profundo, poético, respeta y mima la palabra, el resultado es una novela pulida, simbólica, donde la experiencia sensorial te envuelve con colores y olores de seda azul o amarilla, donde esa seda azul y amarilla hacen algo más que cubrir las paredes, muestran estados de ánimo. Y las reiteraciones se perdonan por su poder atrapador, como tela de araña que se teje alrededor del lector que se va comprimiendo según aumenta la tensión.

    La lectura de “El último Encuentro” es una experiencia sensorial, hay colores en las descripciones, un lenguaje visual, como en un cuadro, los olores nos envuelven, y lo consigue sin caer en aburridas  descripciones, con la brevedad óptima para el propósito de acercarnos a los objetos, las casas, como muestra de una decadencia social y económica de su nación, que a esas alturas no debía saber ni cómo llamarla. El escritor es capaz de concretar en símbolos lingüísticos, como hacen los grandes pintores en pulcras pinceladas de colores perfectos, reproduciendo una realidad tamizada por su filtro maltratado.


    El autor se suicidó al caer el Muro de Berlín, puede que pensara que ya había vivido lo suficiente, o que su vida había sido desperdiciada, o que no encontraba su sentimiento nacional en este mundo, donde su casa a bandazos políticos y bélicos había cambiado de manos como prostituta vieja.

Ana E.Venegas

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