Arte y literatura, agenda cultural, especialmente de actividades realizadas en Marbella, Educación Social, literatura, artículos, relatos, arte, actualidad, opinión.... (Puedes ver todos los contenidos en la relación de la derecha o el buscador).
Las Rarezas del Pulpo es un montaje
multidisciplinar formado por pequeños, intensos y raros recitales poéticos, a
los que preceden y siguen una serie de videos artísticos raros, de lugares
raros de la Marbella más rara. En este espectáculo, además, se muestra una colección de
pinturas raras, expuestas como pocas veces has visto. Todo ello dirigido por el
actor y director Manuel Salas.
Cuatro poetas dramatizan los versos
creados por ellos mismos para explorar las rarezas de las personas y el
concepto mismo de «rareza», proponiendo una reflexión sobre lo que se considera
«normal, anormal, sobrenatural o antinatural».
Estas colecciones de versos están recogidas
en el Poemario escrito a ocho manos, como un pulpo raro y cuatrifonte por Ana Eugenia Venegas, Roberto Currás, Miguel Tapia y Concha Montes, que ha sido
editado por Algorfa una joya editorial que puedes adquirir en todas las librerías online, por encargo en todas las físicas y en Comprar libros Ediciones Algorfa.
Los raros y artísticos vídeos son obra de
José Antonio Correa Coello y en ellos pueden ver a la actriz Isabel Gutiérrez
Lagunes quebrar su cintura hasta la rareza.
El proyecto pictórico, expuesto como nunca,
es Los Renglones Torcidos de Roberto G. Currás que inmortaliza a los
raros enfermos mentales del escalofriante manicomio de Salpêtrière de París.
Ana Eugenia Venegas presenta esta Conferencia Dramatizada sobre la obra barroca de Tirso de Molina, con Hombres y Mujeres de bien, aprendiendo y dialogando sobre la Literatura llena de valores de Justicia y respeto hacia las Mujeres, y aprendiendo y profundizando con las Mujeres Universitarias de Marbella, educación, formación, diálogo, cooperación, todos juntos para un mundo mejor, en El Día de la Mujer, ser humano valioso y capaz, amiga, hermana, hija, madre, pareja, esposa, profesora, doctora, presidenta de mi banco, juez, ministra como Carmen Chacón o Ana de Palacio, Mujer valiosa y valorada. Celebrar haciendo. Ponente Ana Mejías, profesora de Literatura Dramática, actores: Manuel Salas, Rafa Castillo y Lucas Mora. Una delicia interrogante.
"Lo que pasa mientras el verano pasa" es una colaboración de 5 programas en agosto 2023 con el tema de la Inteligencia Artificial como excusa para hablar de poesía, creación literaria, cuestiones sociales, modos ocultos de censura, cancelación y discriminación... Espero que os gusten.
Gracias
a todos por venir a pregonar conmigo la Feria del Libro de Marbella
2023. Gracias a la Delegación de Cultura y
a su directora general, por distinguirme con el honor de ser la
pregonera de esta ciudad en la que he
vivido
más tiempo que en ningún otro lugar y de la que me siento parte
activa. Gracias
a mi admirada Isabel Cintado, Delegadade
Derechos Sociales, Igualdad y Diversidad por
la presentación tan cariñosa que ha hecho de mí y graciaspor
lo
bien que
hemos
trabajado juntas
durante
mis años como presidenta de las Mujeres Universitarias de
Marbella.
Gracias
a todos los amigos que nos acompañan, a las socias
de AMUM,
a mi familia y en especial a mi madre que hoy nos premia con su
compañía para pregonar una de las ferias del libro más peculiares
de España. Peculiar por la gente que la visita, peculiar por su
duración, por la calidad de los libreros, por el programa de
actividades paralelas y peculiar porque forma parte del escenario
veraniego de uno de los destinos más deseados del mundo.
Yo
no voy a empezar con
el tema recurrente de los que pregonan
Marbella sin conocerla,
“alabándola”
por “lo
que ha crecido y ha cambiado en
las últimas décadas, ya que antes era
un pueblecito de pescadores que nunca había comido
jamón”.
Dios me libre, porque no es así. Y basta con echar un ojo a la obra
de Fernando Alcalá, a la de Andrés García Baena, a la de nuestro
cronista oficial Paco Moyano y a las Revistas Cilniana o la Garbía
para entender nuestra historia fundamentada en vestigios
paleolíticos, neolíticos, de la Edad del Cobre, fenicios, romanos,
paleocristianos, árabes y más recientes; evidencias de nuestro
pasado más grande, más importante y más diverso; un pasado
agrícola, comercial, minero, industrial y, en menor media, pero
muy apreciado,
pesquero. Aunque
hoy es día de fiesta y no para andar con acritud, me reconozco
víctima de uno de los efectos secundarios de los libros, el del
desarrollo
de la capacidad crítica, y no puedo dejar pasar la ocasión de
acatar esta cita de Cicerón:
La
verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio.
Días
antes de que Carmen Díaz me propusiese ser pregonera de esta Feria
del Libro de Marbella, asistí a un curso de verano de la Universidad
de Málaga,
con sede en Marbella, sobre la novelística de los 50s en España. Y
uno de los ponentes, el editor Adolfo García Ortega hizo constantes
guiñosa
este
pensamiento:
¿Qué
sería de mi vida sin libros?
Pues
bien, yo nací en Ubrique, en una casa donde no había libros, una
casa de trabajadores marroquineros, de los que levantaron este país
de la destrucción de una guerra civil. Lo que había en casa era
trabajo y valores, más trabajo y más normas, artículos de piel,
tarros de pegamento, espátulas,
tijeras,
flejes
y patacabras,
pero también una cierta conciencia de que éramos gente con
capacidades, con carácter y con redaños.
Siempre creímos que con esfuerzo podríamos hacer lo que cualquier
otra persona y
que desde luego los libros nos ayudarían muchísimo.
Cuando
tenía menos de un año, mi tía Remedios
se casó con un maestro-escuela, el tío Julián, que hablaba en
latín con su padre porque había estado en el Seminario, que
escribía hermosos sonetos y que sabía de memoria gran parte de la
Mística, del Siglo de Oro y la obra de los poetas del 98 con sus
olmos secos, hendidos por los rayos y en sus mitades caídos. El tío
Julián me recitaba, me contaba, me leía y yo lo escuchaba sin
interrumpir. Cuando el pobre tío Julián caía rendido y se
adormecía yo le daba con el periódico en la cabeza para que
continuara. Y continuó recitándome, contándome y yo escuchándolo
hasta hace un mes que falleció. En sus últimos días, en unmomento
de lucidez,
escribió de memoria el poema de San Agustín:
La
muerte no es nada
No
he hecho más que pasar al otro lado. Yo
sigo siendo yo. Tú sigues siendo tú. Lo
que éramos el uno para el otro, seguimos siéndolo. Dame
el nombre que siempre me diste. Háblame
como siempre me hablaste. No
emplees un tono distinto. No
adoptes una expresión solemne ni triste. Sigue
riendo de lo que nos hacía reír juntos. Reza,
sonríe, piensa en mí. Reza conmigo. Que
mi nombre se pronuncie en casa como siempre, sin énfasis alguno, sin
huella alguna de sombra.
La
vida es lo que siempre fue: el hilo no se ha cortado. ¿Por
qué habría de estar yo fuera de tus pensamientos? ¿Solo
porque estoy fuera de tu vista? No
estoy lejos, solo a la vuelta del camino. Lo
ves, todo está bien. Volverás
a encontrar mi corazón. Volverás
a encontrar mi ternura acendrada. Enjuga
tus lágrimas y no llores si me amas.
Ésta
fue la herencia que me dejó el tío Julián, y soy consciente de
que el poema y la capacidad que me trasmitió para comprenderlo, me
hacen una
heredera muy
afortunada. ¿Qué
sería de mí sin los libros y sin el amor que me trasmitió por
ellos el tío Julián?
Aprendí
a leer antes que ningún niño de mi edad en la miga. Luego supe que
en los lugares finos la miga era la guardería y a más finura,
jardín de infancia. Yo
nunca fui al jardín de infancia, pero cogí muchos espárragos y
tagarninas en unos
jardines que eran
nuestros,
“todos los campos son nuestro”, decía mi madre. Hoy
forman parte del Parque Natural de los Alcornocales y el de la Sierra
de Grazalema, eso es tener una infancia afortunada y
buenos jardines.
En
la miga, la
señorita Anita Cantos me sentó a su lado para satisfacer mi
curiosidad intelectual de niña “gafitas cuatro ojos capitán de
los piojos”. En ese momento crucé la frontera, ya no me leían,
tomaba yo las decisiones e iba buscando los símbolos del alfabeto
por todas partes. A
falta de libros, leía el nombre de las calles, el libro de familia,
los ingredientes de los champús, de los alimentos, los prospectos de
los medicamentos. Soy
una experta en cortisonas, analgésicos, fúngicos, posologías,
calcio
20, efectos
secundarios y contraindicaciones.
Entonces,
mis padres empezaron a regalarmecuentos
por
los
Reyes Magos.
Yo no sé cómo no se desintegraron de tanto manoseo. Si
las letras se gastaran con su lectura como los espíritus se
difuminan cada vez que un aborigen es fotografiado, se habrían
clareado hasta el blanco. A lo peor lo hicieron porque no he
vuelto a ver El
Gato con Botas o La Reina de las Nieves en sus fascinantes ediciones
troqueladas.
Luego
entré en el colegio, El Colegio Nacional Francisco Franco, hoy
Maestro Francisco Fatou, pero al que siempre hemos llamado los
ubriqueños la Escuela Redonda, una
actitud práctica,
conciliadora
y despolitizada.
Cuánto echo de menosese
talante en
las cuestiones políticas de nuestro país,
el de intentar no meter el dedo en el ojo del otro para avanzar
juntos
y en
paz. El
colegio lo
inauguró mi promocióny
formaba parte del proyecto de
Innovación
Pedagógica. Además,
mi tío Julián pertenecía
al
claustro de profesores y a
la Junta Directiva.
Fue
una grandísima suerte.
Un día, a la hora del recreo me dijo “ven que te voy a enseñar
una cosa”. Y me llevó a la biblioteca del centro. Pensándolo con
perspectiva, creo que él disfrutó más que yo al ver mi cara. Más
cuando supe que podría
leer todos los libros allí colocados como los pasteles en la
pastelería y llevarme a casa uno, siempre que lo devolviera. Y
me merendé a
Tom Sawyer, a
Robert
Louis Stevenson, todas
las
Aventuras de los Cinco, Las de los Jóvenes Castores, los Viajes al
Centro de la Tierra, a
la Luna,
el Lazarillo de Tormes, Platero y yo, El Quijote. Por cierto, sin
adaptar. Estoy
convencida de que
los niños se adaptan solos a las lecturas. No
soy partidaria de las reescrituras y menos aún de las cancelaciones
que nos llevan a los escritores actuales a tener más miedo a las
acusaciones y vetos que a las
páginas
en blanco, y a los lectores a tener experiencias literarias
descafeinadas y
sin verdad, porque
una verdad maquillada o media verdad es una mentira.
Yo no entendí entonces la simbología de los “duelos y
quebrantos”, tiempo he tenido después, pero me lo pasé fenomenal
con el señor al que se le había ido la cabeza de tanto leer. Me
reía a carcajadas con los dislates de los protagonistas. Tanto que,
mi padre se reía de verme reír mientras yo
leía.
Y recuerdo a mi padre mirándome con satisfacción porque pensaba que
yo era un ser especial y quizás lo sea
porque él así lo veía.
¿Qué
sería de mí sin los libros y sin mi padre?
Mas
tarde, entré
en el mundo de los tebeos, que luego también supe que en los lugares
más finos se llamaban cómics: el
Profesor
Bacterio,
las Hermanas Gilda, Carpanta, calle Rue del Percebe número 13,
Mortadelo, Zape, el Botones Sacarino, Anacleto el Agente Secreto. Ahí
mi hermano se convirtió en proveedor. Mi hermano
cogía
una caja de tebeos llenita de lecturas ya terminadas y en media hora
aparecía con la misma caja llena de los mismos personajes, pero en
distintas aventuras. Dónde iba y con quién las cambiaba es un
interrogante que nunca tuve
tiempo de preguntar,
pues yo me lanzaba a la caja como una gaviota que ha visto un
bocadillo abandonado en la playa.
Ahora
parece que las novelas se presentan
también
como novelas gráficas, herederas de los cómics. Y hay un gran
debate en si se pueden considerar Literatura o no. En mi opinión son
otro lenguaje, como el cine. Cuentan historias pero el contenido
principal se expresa en imágenes. El cine también es otro lenguaje,
no quiere decir que sea peor. Creo que la materia de la que está
hecha la Literatura es la PALABRA y que las imágenes son provocadas
en nuestro cerebro por ellas, es otro tipo de proceso mental.
¿Qué
sería de mí sin los libros y sin mi hermano?
A
final de 3ªde
EGB
me contagiaronla
hepatitis y estuve más de un mes en cuarentena, sola en una
habitación. Pero lo que hubiera
sido, según la lógica,
un trauma infantil fue uno de los episodios más importantes para
mi
formación. El tío Julián, siempre
el tío Julián,
me trajo
los
libros del curso siguiente y aprendí que “El agua es
imprescindible para la vida. Sin ella no podríamos vivir…”, que
“El sistema solar tiene una estrella, el Sol, alrededor de la que
giran planetas como el nuestro…” y que dentro de los Senda de
Lectura, se encontraba el germen del millón de vidas en una que
estoy viviendo gracias a la Literatura. Fue también cuando mamá
empezó a reunir por fascículos una enciclopedia del saber, tan
variada en su contenido que me explotaba la cabeza viajando por el
mundo, sabiendo estar parada como Paul Bowles. El Senda de lectura
empezaba así: “¿Qué
es el viento? Quien mejor lo sabe es Pandora porque Pandora tiene
todos los vientos encerrados en una caja y cuando abre la caja,
siempre sale un viento de ella. Pandora los conoce a todos por sus
nombres: Viento Norte, Viento Sur, Brisa, Huracán, Terral, Alisio,
Ventolina… Pandora los conoce a todos...”
¿Qué
sería de mí sin los libros y sin mi madre?
En
el Bachillerato tuve la inmensa suerte de tener profesores de Lengua
y Literatura extraordinarios, Ana Eugenia Arenas que creó un club de
intercambio de libros de la Colección de Clásicos en español, los
de tapa negra
de la Editorial Cátedra. Puso
así
en
mi mano La Casa de Bernarda Alba, Las Rimas de Bécquer, Baroja,
Niebla, Campos de Castilla, la Celestina… Luego vino Toñi Espacio
que nos leyó en voz alta a los escritores del Boom, a
La
Cándida Eréndira y su Abuela Desalmada que tanto me turbó la
inocencia y a
los
americanos como Henry Miller o William Golding. También a
los italianos, a
Pavese,
a
Ginzburg,
a
Moravia,
a
Lampedusa.
Además, nos dejó en herencia su lista de libros indispensables para
situarnos con solvencia ante la Literatura. Fue cuando
sufrí la
sacudida de “Un día Volveré” de Juan Marsé, “Tiempo de
Silencio” de Martín Santos, “La Ciudad y los Perros” de Vargas
Llosa
y “El Túnel” de Sábato del que leí el comienzo en el ciclo de
Lecturas de Concha Montes en la Biblioteca, porque aún me da
calambre: “Bastará
decir que soy Juan Pablo Castel, el pintor que mató a María
Iribarne; supongo que el proceso está en el recuerdo de todos y que
no se necesitan mayores explicaciones sobre mi persona”.
En
3º de BUP llegó
un profesor de Historia,
Javier El Gato, que despertó en mí otra pasión, el Arte, y que
cuando acabó el curso, para no mantener el alquiler de su piso hasta
septiembre, me dejó toda su biblioteca metida en cajas que a la vez
yo metí en mi habitación ante la perplejidad de mi madre. Pobre
mamá. Fue el verano en
que
no dormí, en
el
que veía amanecer a través del reflejo de luz que entraba por la
ventana, el reflejo que iluminaba las páginas del libro que hubiera
elegido al azar en aquella caja gigante de bombones literarios que me
había caído en suerte: El Padrino de Mario Puzo, El Gran
Gatsby, Las Uvas de la Ira, Juan Madrid, Ana María Matute, Faulkner,
Eduardo
Mendoza, El Hombre con dos Pies Izquierdos de Almodóvar, Vázquez
Montalbán y Federico otra vez y siempre Federico…
¿Qué
sería de mí sin los libros y sin los profesores?
En
mis pasos por la Universidad conocí a los franceses a Madame Bovary,
Le Rouge et le Noir, a Jean Valjean, la magdalena de Proust, La Peau
du Chagrín, a
Molière.
Luego a los pedagogos y psicólogos, a Vygotsky, la Logoterapia de
Victor Frank y la misión pedagógica Yásnaya Poliana de León
Tolstoi. ¿Ah!
Ymás
tarde
a los ingleses, los pentámetros yámbicos de la Dama Oscura, el
romanticismo salvaje de la obra de Keats o el Paraíso Perdido de
Milton que comienza con el propósito de narrar la caída en
desgracia del ser humano, para lo que se encomienda a la Musa: “¡Oh!
Celeste
Musa, la primera desobediencia del hombre, y el fruto de aquel árbol
prohibido, cuyo funesto manjar trajo la muerte al mundo y todos
nuestros males, con la pérdida del Edén”
¿Qué
sería de mí sin los libros y sin las experiencias universitarias?
Y
mientras, me acosté, como Juan Carlos Onetti, se
sucedían
los desprendimientos de retina, las operaciones, las sesiones de
láser, las
fotoxias, las
sombras, las
marañas, las
imágenes difuminadas y deformadas, los
meses con las pupilas dilatadas por las gotas. Y mi hombre a mi lado,
leyéndome para evadirme, para evadirnos, para vivir desde la cama,
para compartir conmigo no el dolor, sino la aventura y la complicidad
y fuimos a otros planetas como el Mundo Anillo de Larry Niven, a
otros submundos con Edgard Allan Poe, a Egipto y Cornualles con la
colección de Agatha Christie, a investigar asesinatos con Conan
Doyle, a navegar en la Costa de los Mosquitos y otros libros de
viajes de
Javier Reverte.
Y
qué bendición cuando conocí la biblioteca virtual de la ONCE,
donde tenemos 50.000 volúmenes en audio y braille, con el valor
añadido
de
que muchos de ellos solo se encuentran aquí porque están
descatalogados. Jose ya no tiene el rol borgiano de lector oficial,
aunque a veces lo repetimos, es que nos gusta, porque como
en El
Amor en los Tiempos del Cólera: "Amo
la violencia con la que tu sonrisa destruye mi rutina".
El
gran cambiofue
la independencia, las posibilidades de gestionar mis lecturas y de
oírlas mientras camino o cierro mis ojos y los descanso.
¿Qué
sería de mí sin los libros y sin mi marido?
No
quisiera tener
que imaginarlo.
Y
luego Marbella, qué sería de mí sin las oportunidades
intelectuales que me ha ofrecido esta ciudad, sin mis amigos
artistas, galeristas, escritores, editores, tertulianos, sin las
Mujeres Universitarias, sin la puesta en valor de tantas autoras, de
Virginia, de Simone, de Siri Hustved, Pardo
Bazán, de
Claudia Piñero,de
Martín Gaite, Sara Mesa, de Elena Medel, de Poniatowska.
Qué
sería de mí sin los ciclos de las bibliotecas de autores, los de
memorialística, sin las jornadas sobre Cocteau o
Joyce.
Qué sería de mí SInuestra
directora general de Cultura, Carmen Díaz, no hubiera puesto las
manadas de hipopótamos de Vargas Llosa a recorrer las calles de
nuestra ciudad.
Qué
seríamos
sin los cursos de verano, el festival de poesía, las conferencias
del aula de mayores, los talleres de guiones y relatos.
¿Qué
sería de mí sin aquella jovencísima Macarena que conocí en la
biblioteca Camilo José Cela? ¿Qué
sería
sin ella?, que me descubrió a Antonio Soler, a Javier Marías, a
Llamazares, a Juanjo Millás, a Lorenzo Silva, a Lucía Exebarría, a
Espido Freire, a Carmen Posadas... Qué sería de mí sin las
bibliotecas que he frecuentado, la de Ubrique, San Fernando, Ferrol,
la del Casino de Murcia, la LeCentral de Oporto o la Fernando Alcalá
donde están algunas de mis obras publicadas, cerrando un círculo en
el que pienso seguir moviéndome si Dios me lo permite.
Finalmente:
“¿Qué
sería de mí sin los libros y sin Marbella?”
Qué
sería de nosotros sin un verso
Sin
un párrafo sin una metáfora
Qué
sería de nosotros sin una historia
Sin
historias, sin viajes, sin aventuras
Cómo
seríamos si nunca se hubiese
escrito
Sin
que nunca se hubiese
creado
Sin
que nunca nos hubiesen
contado
Sin
la imaginación y la narración de la verdad
Sin
la mentira, la fantasía, las licencias literarias
Sin
el conocimiento en un ensayo
Sin
la sabiduría de un monográfico de
oftalmología
Qué
sería de nosotros sin las emociones vicarias
Si
no hubiéramos subido al
Parnaso
O
bajado al infierno de Dante
O
traspuesto el horizonte con el Amante de Margueritte Duras
Qué
hubiera sido de nosotros
Si
no hubiéramos bajado
al moro con los Beats y
Chukri
O
subido a los Paraísos artificiales con Baudelaire
Qué
sería de nosotros sin el saber acumulado en las enciclopedias
Sin
la anatomía en los tratados médicos
Sin
la poesía en tiempos de pandemias.
No
sé qué sería, no sé qué sería
y
no lo quiero saber.
Y
ahora para pregonar a la antigua usanza que
me hace mucha ilusión, permitidme:
(toque
de trompetilla)
“Por
orden de la Delegada
de Cultura Ángeles Muñoz y dela
Directora
General
de Cultura,
Carmen Diaz, se hace saber”
(toque
de trompetilla)
“Que
habiendo llegado el verano a Marbella, los libreros a la Alameda, los
escritores a sus firmas y abierto el programa paralelo. Queda
pregonada
la Feria del Libro de Marbella.
¡Viva
Marbella!
¡Y
vivan los libros!
(toque
de trompetilla, ¡ja,ja,ja!)
Galería de fotografías de varios autores
Mike Pinter, Miguelón, José A. Correa, María Dolores Valle...